Comentario
Al mismo conjunto técnico de trabajos escultóricos en piedra habría que llevar las estelas recuperadas sólo en el valle medio del Ebro y en la provincia de Burgos. Se trata en este caso de obras ya realizadas en época tardía, puesto que algunas de ellas, como las de Lara de los Infantes, llevan ya epígrafes latinos -la excepción la tendríamos por ejemplo en la estela de Retukeno (Langa de Duero) en lengua celtibérica y grafía ibérica-,sin embargo, a pesar de dicha circunstancia cronológica se pueden calificar como obras propias de la iconografía y estética celtibéricas, que por supuesto perduran más allá del primer impacto romanizador en las tierras del interior. Habitualmente son lajas de piedra con remate circular, si bien contamos con algunos ejemplares rectangulares, donde el artesano ha realizado un pequeño relieve plano, de rasgos siempre muy toscos, sin noción clara de espacio y de proporciones, y donde la frontalidad y la simetría juegan un papel indispensable en su composición.
Aunque no faltan diversos motivos geométricos, a veces símbolos astrales, son las representaciones figuradas las que merecen nuestra atención, al desarrollarse en ellas temas de animales (caballos, bóvidos...), de jinetes lanceros, e incluso de soldados muertos o heridos. La interpretación habría que llevarla a la esfera de los rituales funerarios propios de los celtíberos, en los cuales la heroización ecuestre y del individuo juegan un papel importante. En todas las figuras humanas se sigue el mismo procedimiento, disponiendo su cabeza y extremidades de perfil, y el cuerpo de frente; un recurso compositivo que aunque ha sido calificado de primitivista, deja entrever la singularidad artística entre los grupos celtibéricos.
Tampoco falta en el ámbito de estos pueblos de raigambre céltica una plástica menor en arcilla, integrada por algunas figuritas humanas y, sobre todo, por animales, especialmente caballos, toros, cabras, cerdos... para los cuales se ha querido ver cierta conexión con la religiosidad doméstica, al producirse el grueso de los hallazgos en el interior de las viviendas. Ciudades celtibéricas tan significativas como Coca, Langa de Duero, Roa y sobre todo Numancia son los puntos de procedencia del grueso del catálogo de piezas, mayoritariamente de animales.
Sin embargo, entre las representaciones humanas queremos centrar la atención en una figura femenina procedente de Numancia, en concreto de la calle F. La pieza de terracota, de apenas 16 cm de altura, se interpreta como un exvoto femenino o posiblemente una deidad relacionable con el culto doméstico. El artífice, seguramente el mismo, si nos fijamos en la técnica de su pintura y en la abstracción representativa de sus detalles anatómicos, que confeccionó y pintó de la misma manera ciertas cerámicas, ha modelado una mujer con formas muy simples, apenas destacando el torso y un ligero abultamiento en los pechos. Está dotada, no obstante, de un gran expresionismo, patente sobre todo en las grandes órbitas donde se inscriben dos ojos circulares. Todos los detalles de su atuendo están pintados en blanco y negro; sobre el cuerpo lleva un delantal en blanco bordado en líneas negras, sujeto a la cintura y a la altura del cuello una triple línea de collar intercalada por franjas de pintura blanca, como exponente de la riqueza de sus joyas. Aunque aparece desprovista de peinado, se ha querido reconstruir con un gorro apuntado, así como un velo o mantillo cubriéndole la cara.Y como punto final de este apartado sobre la plástica de los pueblos de cultura celtibérica, no podemos dejar de traer a estas páginas una obra única, tanto desde el punto de vista técnico, pues no hay ninguna similar, como desde la perspectiva de la configuración simbólica de su contenido estético: el relieve de Illescas (Toledo). Sobre la pared de un recinto interior del pequeño poblado, calificado de santuario, el artista había ejecutado sobre el barro fresco del muro un pequeño bajorrelieve, del que sólo nos ha llegado un fragmento, donde muestra con rasgos tremendamente ingenuos y toscos una escena procesional con carros tirados por caballos y con un grifo -animal fantástico- en el mismo cortejo. El conjunto escénico apunta a la dedicación del recinto a cultos de carácter fúnebre, y se le viene valorando en línea coincidente con los estímulos y vinculación que muestra lo celtibérico tanto hacia lo mediterráneo como hacia lo céltico.